La fuga de cerebros

La crisis económica en España supuso un cambio radical de los flujos migratorios, mientras que antes de la crisis se caracterizaba por ser un país de inmigración, tras la llegada de la recesión económica, los flujos de llegadas disminuyeron a la par que aumentaban los de salida.

Este término “fuga de cerebros” apareció por primera vez en Reino Unido en 1963, cuando la Royal Society lo empleó para describir la emigración de científicos británicos hacia EEUU y las consecuentes repercusiones de dicho fenómeno sobre la economía mundial.

Actualmente, en España, el perfil principal de personas que se da, son personas jóvenes y con estudios, pero sin perspectivas de futuro en nuestro mercado laboral. Se llegó a debatir si la existencia de “fuga de cerebros” se daba por parte de la “generación mejor formada”.

Pero; ¿podemos afirmar que existe fuga de cerebros?:



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Según dicho gráfico, podemos observar como la zona sur de Europa sufre una pérdida continuada y progresiva de capital humano, contrastando con los países miembros del norte del continente, quienes se consolidan como países receptores de ese talento.

Esto se debe principalmente por deficiencias existentes en el mercado laboral, falta de perspectivas en el mismo, desajustes entre educación y empleo o contextos de crisis económica.

Además, la salida del migrante del país de origen conlleva también una pérdida de la inversión de gasto público realizada en la educación y formación del individuo.

Las implicaciones sobre la persona que migra son principalmente la mejora de las condiciones de vida y el mayor reconocimiento laboral, pero esta adaptación a un nuevo modo de vida también puede conllevar la marginalidad, el desarraigo…

Observamos como el desajuste es claro. Italia, Grecia y España, grandes damnificados por la crisis económica de este periodo, ofertan mucho menos empleo del que se demanda difiriendo por completo de países vecino como Alemania y Reino Unido, que experimentan el suceso contrario.

La movilidad de los trabajadores es un hecho que, lejos de suponer un inconveniente, es sumamente importante para completar su formación y profundizar en sus conocimientos, en un mundo cada vez más globalizado. Sin embargo, el problema surge cuando las grandes diferencias en las condiciones entre el país que acoge y el país de origen dificultan el regreso de estos profesionales altamente cualificados, que no sienten reconocida su profesionalidad en sus raíces.

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